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Música urbana en la mira: polémica por niños en videoclips de trap y reggaetón en Chile
La escena urbana chilena está explotando en YouTube, pero no todo es ritmo y estilo. Una nueva polémica envuelve al trap y al reggaetón nacional: la presencia de menores de edad en videoclips cargados de violencia, drogas y erotismo. ¿Es parte del arte o estamos cruzando límites peligrosos?
Canciones como “Nadie que lo pare” y “Pobre diabla”, interpretadas por figuras como Chuchu Retro, Bryan 357 y Andresito Otro Corte, muestran a niños y adolescentes en entornos que incluyen armas, consumo de codeína, mujeres sexualizadas y autos de lujo. Todo con un beat que suena fuerte y clips que superan el millón de vistas en YouTube.
👀 ¿Y los derechos de los niños?
YouTube tiene políticas claras contra el contenido peligroso con menores, pero estos videos circulan sin restricciones. ¿Por qué? ¿Qué pasa cuando los niños ya no solo miran desde casa, sino que son parte activa de un guión donde se glorifica la narcoestética y el dinero fácil?
Más allá del escándalo, esto plantea un problema serio: la vulneración de derechos básicos como el acceso a una infancia sana y segura. La Convención sobre los Derechos del Niño lo dice claro, pero en la práctica, ¿quién se hace cargo?
🧩 Entre el arte, la crítica social y el negocio
No todo es blanco o negro. Algunos defienden estos contenidos como expresión cruda de una realidad social que no aparece en los noticieros. Es el caso de muchos artistas jóvenes que se crían en contextos vulnerables, donde el trap no es un juego, sino una vía de escape o denuncia.
Pero la pregunta sigue ahí: ¿estamos usando la infancia como parte del show para generar views?
Como lo plantea el musicólogo en CIPER Chile, quizás la interrogante más profunda no sea por qué estos videos siguen circulando, sino:
”¿Por qué no ir al fondo de este fenómeno y abordar, por ejemplo, las naturalizaciones que permiten estas instrumentalizaciones de la infancia?”
🎭 El arte también dramatiza la realidad
Desde MDX, el productor y fundador Roy Zderich añade un matiz importante al debate:
“Es clave entender que la música, como cualquier forma de arte, a veces representa una dramatización de la realidad. Lo hemos visto en el cine, el teatro o la literatura. La libertad de expresión artística incluye también estos recursos para provocar, reflejar o cuestionar el entorno social. Pero eso no quita la necesidad de proteger a los más vulnerables: la niñez no puede ser sacrificada por el impacto visual o los views.”
Y subraya además:
“Nuestras producciones se efectúan de manera profesional y ética. Este es, en efecto, un trabajo artístico, pero se rige por estándares internacionales que comparten otros sellos, incluyendo a las principales disqueras. Niveles cada vez más profesionales se están adoptando en la Música Urbana en Chile”
🧠 ¿Y si fueran niños de sectores acomodados?
El debate también desnuda un sesgo social y de clase. ¿Tendríamos la misma reacción si los menores que aparecen en estos clips fueran de comunas del sector oriente de Santiago? ¿O el repudio se activa solo cuando la pobreza es protagonista?
La música urbana es más que entretenimiento. Es espejo, es megáfono, es construcción de identidad. Por eso urge mirar con lupa lo que estamos validando y preguntarnos: ¿qué tipo de identidad estamos promoviendo?
🧭 Reflexión MDX:
En MDX creemos que la música urbana tiene el poder de transformar y conectar, pero también de cuestionar. No se trata de censurar, sino de abrir la conversación. Si queremos una escena urbana fuerte y consciente, también debemos hablar de lo incómodo.
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