A pesar de unas ventas físicas envidiables, el streaming le ha dado la victoria a Swift en Reino Unido. Sin embargo, ‘From the Pyre’ confirma que la banda es mucho más que un ‘hype’ pasajero.
Por RAZ / OFA
Casi lo tenían. Se podía saborear. Pero al final, la realidad del mercado actual se impuso. The Last Dinner Party no ha logrado repetir la hazaña de su debut y coronar la lista de ventas del Reino Unido. Su segundo asalto, From the Pyre, pintaba para oro el pasado fin de semana, liderando las midweeks del lunes con 19.000 unidades y mirando por el retrovisor a gigantes como Tame Impala y Taylor Swift.
Pero para el miércoles, la euforia comenzó a disiparse. Mientras el quinteto subía tímidamente a 20.800 copias, la maquinaria de Swift aceleraba, impulsada por un streaming inagotable. El resultado final no tiene asteriscos ni trucos de reedición: Taylor gana. De las 32.500 copias que movió esta semana su The Life of a Showgirl, 25.000 provienen puramente de las plataformas digitales.
La Resistencia del Formato Físico
Sin embargo, la derrota en las listas esconde una victoria moral y estética. The Last Dinner Party ha movido 26.800 copias de From the Pyre, y la inmensa mayoría son ventas reales, tangibles. Hablamos de casi 12.000 CDs, 11.000 vinilos y cerca de 2.000 casetes. Son cifras de banda de culto masivo, números sólidos que, en casi cualquier otra semana del año, les habrían garantizado el trono.
Nuestro ‘Disco de la Semana’
Más allá de la aritmética de los charts, lo que queda es la música. Y From the Pyre es un triunfo creativo que nombramos nuestro Disco de la Semana. Si el sencillo This Is the Killer Speaking ya nos había conquistado con su mezcla de arrogancia a lo Arctic Monkeys y teatralidad Queen-esque, y The Scythe se consolidó como favorita de los fans, hoy ponemos el foco en la irónicamente titulada ‘Second Best’.
Lanzada como tercer sencillo el 1 de octubre, la canción parece haber profetizado su posición en el ranking británico. Es una pieza camaleónica: arranca con una intro coral que respira aires de los 70 —piensa en Queen colisionando con ABBA— para luego estallar en un estribillo de rock garajero digno de los Yeah Yeah Yeahs. Aunque, si le preguntas a la guitarrista Emily Roberts, la brújula apunta más hacia la excentricidad de Sparks y el descaro de Wet Leg.
Entre copas de vino blanco y chicles, la letra es un puñal envuelto en seda. Abigail Morris canta sobre ser la “segundona” en una relación, admitiendo: “Me estoy volviendo loca”. La narrativa vuelve obsesivamente —hasta en tres ocasiones— a un recuerdo en la playa, un fantasma de intimidad y caricias en el pelo que contrasta con la amargura del presente.
Puede que en las listas sean las segundas, pero con canciones como esta, The Last Dinner Party suena a primer nivel.





