Con 344 millones de vistas, la cinta animada no es solo el estreno más grande de la plataforma; es la prueba definitiva de que la ola coreana ya no es una tendencia, es el estándar.
Por RAZ / OFA
Olvida lo que sabías sobre los blockbusters animados tradicionales. El nuevo rey (o mejor dicho, reinas) del streaming viene cargado de coreografías perfectas y cazas sobrenaturales. “Las guerreras K-pop” (K-Pop Demon Hunters) ha destrozado oficialmente los contadores de Netflix, acumulando 344 millones de reproducciones desde finales de junio. Pero más allá de las cifras astronómicas, la película marca un punto de inflexión cultural: es el momento en que Hollywood y Seúl finalmente sincronizaron sus relojes a la perfección.
El ADN del Éxito: ¿Made in Korea o Made in Sony?
El proyecto no estuvo exento de crisis de identidad. Producida por el gigante estadounidense Sony Pictures, la cinta planteó una pregunta incómoda en las calles de Seúl: ¿Es esto realmente un producto coreano?
Maggie Kang, codirectora del filme y nacida en Seúl, no tiene dudas. En una entrevista reciente en París, Kang abordó el elefante en la habitación con la franqueza de quien conoce sus raíces.
“Para mí es totalmente coreano, porque todo lo que hay en ella ha pasado por nosotros. Resulta que yo soy coreana. Hubo voces coreanas en todos los niveles: guion, animación, iluminación. Todos contribuyeron a esa autenticidad, no solo yo”.
Aunque Kang creció en Canadá, el vínculo con su tierra natal es el motor visual y narrativo de la cinta. No es una historia “coreana-americana”; es, según sus palabras, una historia coreana contada con presupuesto global.
HUNTR/X: Cuando el Fandom es el Arma
La premisa de la película es el sueño febril de cualquier stan del K-pop: el grupo HUNTR/X no solo domina los charts, sino que sus tres integrantes son cazadoras de demonios que protegen al mundo en secreto. ¿El giro genial? La barrera mágica que aprisiona a las almas malvadas se alimenta literalmente de la música y la energía de sus fans. Es una metáfora brillante sobre el poder de la industria musical actual.
Y hablando de industria, la producción no se anduvo con juegos. Para asegurar que la banda sonora golpeara tan fuerte como la animación, los directores se aliaron con The Black Label, la realeza discográfica detrás de algunos de los mayores éxitos del género.
El resultado es “Golden”, un banger pegadizo que lleva semanas atrincherado en lo más alto de las listas estadounidenses. No es música de película infantil; es un hit legítimo que ha validado al grupo ficticio en el mundo real.
La Autenticidad como Estrategia
“Nos preocupaba si la comunidad del K-pop aceptaría a los personajes como un grupo real, pero lo hicieron casi de inmediato”, confiesa Kang. Y es que la película respira respeto: desde la moda de alta costura hasta la gastronomía y el folclore, cada fotograma es una carta de amor a la cultura surcoreana.
Es la primera vez que un producto de origen cultural coreano, fabricado en inglés y fuera de sus fronteras, alcanza este nivel de saturación global. Las guerreras K-pop demuestra que la influencia de Corea del Sur ya no necesita pasaporte para ser comprendida; simplemente necesita un buen ritmo y una buena historia.





