Denisse Romano: Hay decisiones que no se toman desde la cabeza. Hay caminos que aparecen cuando todo se viene abajo, cuando el cuerpo te grita lo que la mente calla. Eso le pasó a Denisse Romano, cantante argentina, compositora y artista callejera de alma y convicción. Una que se animó a salirse del sistema cuando la presión familiar, la facultad de diseño y la vida “correcta” la estaban empujando al abismo de lo ajeno. Y ahí, justo ahí, fue cuando eligió la vereda. Literal.
“Me iluminó Dios”, dice. Y no es una frase suelta, ni una exageración poética. Fue una epifanía real. Empezó a tocar en la calle en medio de una depresión profunda, y cuando sintió que la gente paraba, que la plata llegaba y que su arte se conectaba con algo más grande, supo que había encontrado su fórmula. La gallina de los huevos de oro, como lo llama ella. No por el dinero, sino por la libertad.

Una artista que es muchas
Denisse compone, canta, baila, toca la guitarra, y ahora también está desarrollando un show más performático, soltando el instrumento a la mitad para poder moverse, habitar su cuerpo, transmitir con todo. Empezó a componer a los 19, algo tarde según sus propias palabras, pero con una claridad brutal. Es que no se trata de llegar primero, sino de llegar sabiendo por qué.
Musicalmente, su mundo es amplio. Desde los Beatles hasta Trueno, pasando por Winehouse, Calamaro, Cerati, Pez, Charly, Alanis, Coldplay y todo el rock británico que sonaba en su casa cuando era chica. Tiene una biblioteca musical consciente e inconsciente, una mezcla que la hace única, contemporánea y profunda a la vez. No tiene miedo de poner en una misma oración a Rage y Sarah McLachlan. Porque su arte no se trata de géneros, sino de verdades.
Contra la pista vacía
En plena fiebre del reggaetón y el trap, vio cómo los músicos que tocaban instrumentos eran desplazados por DJs y bases pregrabadas. Le dio bronca. Y reaccionó con arte. Hizo una performance de protesta callejera y escribió una canción llamada “Paul no es Lennon”, donde se planta frente a la industria y sus exigencias. No está dispuesta a dejar de tocar la guitarra para encajar. No está dispuesta a dejar de ser quien es por complacer a nadie. Porque la autenticidad no se negocia.
El día que Chris Martin se cruzó con su destino
Y después están esas cosas que no se pueden explicar. Una corazonada, un impulso, un llamado físico. Se plantó en una esquina esperando que Chris Martin la viera. ¿Locura? Puede ser. Pero pasó. Lo encontró. Tocó. La grabaron. Y su imagen terminó en el documental oficial de Coldplay. Lo más fuerte, dice, no fue eso. Fue comprobar que hay algo más, algo que vibra, que avisa, que conecta. Llamalo destino, intuición o energía. Pero es real. Y Denisse lo sigue.

Madrid, Buenos Aires y el mundo
Tocar en la calle es parte esencial de su arte. En Madrid, la policía no la dejaba estar más de 2 minutos sin moverla. Pero aún así, cada vez que cantaba, la ciudad explotaba en diversidad. Gente de todos los países, todos los colores, todas las historias. Dice que era como estar en un túnel de subte donde se cruzaban las almas del mundo entero. Y ella en el medio, cantando su verdad.
Buenos Aires tiene otro pulso. Pero también es mágico. Y ahí es donde vuelve para dar su siguiente paso.
El disco como manifiesto
Después de años pateando la idea, Denisse está por sacar su primer disco. Su primera obra completa como compositora. Y no es un disco más. Es una bomba de conciencia, de despertar, de rebelión contra el sistema que te quiere con miedo y anestesiado. Cada canción es un mensaje para los que quieren dedicarse al arte, para los que no se resignan a trabajar de algo que no aman, para los que sienten que la vida es demasiado corta como para no ser uno mismo.
“El problema es que te crían para olvidarte de quién sos”, dice. Y ahí está la clave.

Su disco es eso: un recordatorio de quién sos cuando sacas todas las mentiras que te metieron desde chico. Es un espejo limpio, una linterna para el que busca su camino en medio de la niebla.
Denisse Romano no busca fama. Busca verdad. Y en un mundo lleno de filtros, fórmulas y falsas promesas, eso es oro puro. La vas a ver en una esquina, con su guitarra, su voz y su mensaje. Y si tenés suerte, vas a parar, como pararon miles. Porque ella no canta para entretenerte. Canta para despertarte.
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